Esta es una obra resuelta en tonalidades rojas y ciertamente relaciona el arte de Velásquez y de un artista del siglo XX llamado Paul Klee. Se establece una suerte de diálogos entre estos dos artistas provenientes de épocas y culturas diferentes.  Los personajes y los atuendos  de la pintura de Velásquez se dan la mano con las resoluciones geométricas,  muy propias de la obra del artista suizo, incluso los colores y las grafías parecerían que son salidos de la paleta de Klee.