Mi proceso artístico en cerámica se nutre de una profunda conexión emocional y vivencial que permea cada fase de creación. Desde el meticuloso trabajo inicial con las arcillas, donde empleo técnicas de refinación, tamizado, secado y amasado, hasta la culminación de cada pieza tras la cochura1, cada paso refleja mi compromiso con la exploración sensorial y estética.
Cada obra comienza como una expresión genuina de mis emociones y experiencias personales. La preparación de las arcillas no es solo un proceso técnico, sino un ritual donde incorporo mis sensaciones y percepciones sensoriales. Esta aproximación integral asegura que mis piezas sean auténticas manifestaciones de mi estado emocional y mi conexión con la materia prima.
Utilizo técnicas tradicionales como el cordel, la placa y el pellizco para dar forma a las arcillas. Estas técnicas no solo definen la estructura física de mis obras, sino que también facilitan una integración sensorial entre el exterior y el interior de cada pieza. La manipulación del volumen y el vacío en mis diseños invita a una exploración táctil y visual que resalta la dinámica de la forma.
Durante la fase de cuero de la cerámica, aplico engobes para pigmentar mis obras. Este proceso no solo añade color, sino que, mediante reacciones físico-químicas durante la quema, crea una fusión integral con la superficie cerámica. Cada pieza adquiere así un lenguaje formal único y una profundidad visual que captura la vibración emocional que busco transmitir.
En la etapa final de mi proceso creativo, incorporo esgrafiados y altos relieves en las superficies interiores y exteriores de mis cerámicas. Estas técnicas me permiten explorar texturas, huellas y dibujos que evocan la cotidianidad y la intimidad de mi entorno personal. Mis temas, inspirados en la vida doméstica como la cocina y el jardín, se convierten en motivos que sugieren una narrativa visual que resuena con la experiencia humana común.
Mi obra no solo interpreta la realidad tangible que me rodea, sino que también revela una exploración profunda de mi mundo interior y las fantasías que emergen de mi proceso creativo. Cada forma, color y detalle son testimonios visuales de un diálogo íntimo entre lo cotidiano y lo imaginario. Invito al espectador a reflexionar sobre la conexión entre la experiencia personal y la universalidad de la condición humana.
En conclusión, mi obra cerámica es más que una expresión estética; es un testimonio de mi capacidad para transformar lo emocional y lo vivencial en una manifestación tangible. Cada pieza representa una celebración de la tradición cerámica y una exploración contemporánea de la complejidad humana, enriqueciendo el panorama artístico con mi sensibilidad única y mi profunda conexión con el material y el proceso creativo.