-
Naveillan  Lourdes  | ARTEX Naveillan  Lourdes  | ARTEX

Naveillan Lourdes

Vistas: 2065
General

Quiénes somos

"Yo es otro", escribía Arthur Rimbaud, y esa otredad que es Lourdes Naveillan aflora en la obra que se hace en la tela o el papel a golpe de pintura, derramamiento de océano o chorreo de estrellas, y apelando a diversas herramientas de mundos muy ajenos al de la delicada factura de sus creaciones. El color ha sido siempre el protagonista de sus obras, mas el gesto le sigue de cerca, casi pisándole los talones, así como las texturas, que pueden ser voluminosas o casi transparencias, y van entregándose unos a otros —revolviéndose en el caldero mágico del Maestro y Druida, a ese lenguaje de tanta elocuencia como silencios que configura la artista.

Abstracción y figuración se funden en ese mismo amasijo de significados y significantes, y no es azaroso que su última producción se inspire en los misterios del espacio sideral, el cosmos que nos circunda, y que ella invoca cuando se sumerge en su taller o cuando se interna en los bosques, campos y montañas que la acompañan hace décadas en su deambular por la vida.

De cuerpo entero se entrega esta artista al oficio de la pintura, literalmente, ocupando el tronco, brazos, manos y piernas, no solo la cabeza o el instinto, para trasvasijar materia y genio a su soporte. Ella trabaja desde el hueso y la carne, con espíritu y mente, en su factoría plena de luz, parafraseando nuevamente a Rimbaud, con sus "Iluminaciones"; el mismo que un día afirmó que "el poeta debía convertirse en un vidente a través de la convulsión de los sentidos".

La pintura, justamente, al convulsionar va creando accidentes, que conectan lo sagrado con lo profano para ir guiando la mancha y el movimiento, gestando la alquimia que se plasma en las obras de Lourdes Naveillan, en la cual los seres han ido paulatinamente quedando atrás. Hoy, es en los márgenes del firmamento donde reside la esencia de su experiencia pictórica, radicalizando la inmersión en la abstracción; sin embargo no es improbable que broten nuevamente de su taller, pronto, más temprano que tarde, esos seres o artefactos o esculturas indefinibles, poesía en bruto, creación pura hecha de retazos de vidrio, clavo, fierro y madera.

En todas esas otredades se refleja el alma de la artista, la fuerza de sus convicciones, la inacabable energía y la diáfana claridad de un creador consecuente ante lo que ha dado a luz, justamente, y que sorprende y emociona. Porque cada nuevo mundo es otro mundo que ella gesta y nace con ella, visceralmente unidos —otro pero uno, indisoluble—, y es una constelación de planetas innombrados su Universo.

María de Lourdes Naveillan Goycolea (Santiago, 1971), canalizó sus tempranas inquietudes creativas en la pluralista formación del Instituto de Arte Contemporáneo, en Santiago, y en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Posteriormente formó parte de los legendarios talleres de Eugenio Dittborn, de Arturo Duclos, y del Taller 99. Ha participado, en forma colectiva o individual, en más de una treintena de exposiciones, en Chile, Argentina, Estados Unidos y Francia.

Texto curatorial

Marilú Ortiz de Rozas

www.lourdesnaveillan.com

@lourdesnaveillanart / LourdesNaveillan Goycoolea

Tour Virtual