La aceptación del dolor como parte inherente de la existencia, algo inevitable pero no destructivo. No resistirse al sufrimiento y aprender a aceptarlo no significa resignarse, sino hacer las paces con él, encontrar un equilibrio y permitirnos momentos de descanso sin culpa. El dolor que me causas no desaparecerá, no porque no exista, sino porque he aceptado que nunca será reconocido ni comprendido por ti.